La historia de mi parto
Por: Isabela Aldana
Como parte de una sanación personal y liberación de sentimientos y emociones que me han acompañado por ya 6 meses, decidí escribir mi historia, la historia de cómo mi hijo vino al mundo. No lo escribo para crear conflicto o crear discusión, lo escribo por mí y para mí. Si de cierta forma mi historia puede ayudar a otras mujeres entonces es algo agregado, pero no es ese el propósito.
Durante mi embarazo, el cual fue perfecto, decidí informarme. Qué es lo mejor para mi bebé y para mí, cómo puedo beneficiar su llegada al mundo, qué debo hacer para tener un parto natural, en fin, investigué todo. Fue en mi investigación que descubrí cómo muchas mujeres embarazadas han sido violentadas en sus partos/cesáreas. Descubrí que existe algo que se conoce como violencia obstetra. Vi muchísimos documentales y me propuse desde un inicio expresar cuáles eran mis deseos a mis médicos para que se diera el parto que yo deseaba.
Seleccioné al mejor doctor, al más recomendado. Fui a todas mis consultas, desde la primer consulta expresé el deseo de querer tener un parto vaginal. Ahora que lo pienso, mi doctor no era un doctor “pro parto vaginal”, en esa primer consulta me enseñó un libro, con imágenes que mostraban por qué el parto vaginal era riesgoso. A pesar de eso, me dijo que él iba a apoyar mi decisión y me iba a permitir tener el parto que yo deseaba. Mis palabras fueron “quiero tener un parto respetado”.
El poder expresar esto a mi doctor no fue fácil. Cuando yo hablaba con personas, y les decía quién era mi doctor su respuesta siempre era “seguro vas a ser cesárea”, era ya algo que todas sabían, que el doctor era conocido por su tasa alta de cesáreas. Decidí entonces investigar aún más, y recurrí a una Doula. Inicié mi preparación para el parto con mi doula y fue con ella con quien encontré fuerza para expresar a mi doctor mis deseos de forma clara. Es increíble pensar que tuve que practicar expresar qué era lo que yo quería, tenía miedo de preguntar si tener un parto natural iba a ser un problema con él. Encontré mi voz, y con el apoyo total de mi esposo fuimos a la consulta y dijimos qué era lo que queríamos.
Como parte de una sanación personal y liberación de sentimientos y emociones que me han acompañado por ya 6 meses, decidí escribir mi historia, la historia de cómo mi hijo vino al mundo. No lo escribo para crear conflicto o crear discusión, lo escribo por mí y para mí. Si de cierta forma mi historia puede ayudar a otras mujeres entonces es algo agregado, pero no es ese el propósito.
Durante mi embarazo, el cual fue perfecto, decidí informarme. Qué es lo mejor para mi bebé y para mí, cómo puedo beneficiar su llegada al mundo, qué debo hacer para tener un parto natural, en fin, investigué todo. Fue en mi investigación que descubrí cómo muchas mujeres embarazadas han sido violentadas en sus partos/cesáreas. Descubrí que existe algo que se conoce como violencia obstetra. Vi muchísimos documentales y me propuse desde un inicio expresar cuáles eran mis deseos a mis médicos para que se diera el parto que yo deseaba.
Seleccioné al mejor doctor, al más recomendado. Fui a todas mis consultas, desde la primer consulta expresé el deseo de querer tener un parto vaginal. Ahora que lo pienso, mi doctor no era un doctor “pro parto vaginal”, en esa primer consulta me enseñó un libro, con imágenes que mostraban por qué el parto vaginal era riesgoso. A pesar de eso, me dijo que él iba a apoyar mi decisión y me iba a permitir tener el parto que yo deseaba. Mis palabras fueron “quiero tener un parto respetado”.
El poder expresar esto a mi doctor no fue fácil. Cuando yo hablaba con personas, y les decía quién era mi doctor su respuesta siempre era “seguro vas a ser cesárea”, era ya algo que todas sabían, que el doctor era conocido por su tasa alta de cesáreas. Decidí entonces investigar aún más, y recurrí a una Doula. Inicié mi preparación para el parto con mi doula y fue con ella con quien encontré fuerza para expresar a mi doctor mis deseos de forma clara. Es increíble pensar que tuve que practicar expresar qué era lo que yo quería, tenía miedo de preguntar si tener un parto natural iba a ser un problema con él. Encontré mi voz, y con el apoyo total de mi esposo fuimos a la consulta y dijimos qué era lo que queríamos.
Cuando yo consulté por qué las cesáreas eran tan comunes con él, su respuesta fue que la alta incidencia de cesáreas se debía a que eso es lo que las mujeres llegan a pedir en el consultorio. Claro, muchísimas mujeres quieren tener una cesárea, yo entendí esto y fui asegurada que si yo no deseaba esto no debía preocuparme, pues se iba a respetar mi plan.
Hice mi plan de parto, establecí qué era lo que quería y no quería que pasara el día que naciera mi bebé. Le mostré el plan de parto al doctor, ahora que lo pienso, y recuerdo sus expresiones me doy cuenta que su carisma y personalidad me impedían ver la realidad del asunto. Me cegué pues él me hacía sentir que estaba de mi lado, que respetaba mi decisión de tener un parto natural y de tener a mi doula presente. Me sentí siempre segura que se iba a lograr mi objetivo y que mi bebé iba a venir al mundo de la forma más beneficiosa y amorosa para él. Claro, no estoy diciendo que nacer por cesárea es malo, no estoy diciendo que las cesáreas son malas, simplemente estoy diciendo que para mí, no era la mejor opción.
El doctor siempre muy amable, muy respetuoso, carismático, alegre. Sentía, y lo digo nuevamente, que él estaba de mi lado.
A lo largo de mi vida mucha gente me ha dicho Isabel, mi nombre es Isabela. Cuando alguien me dice Isabel inmediatamente los corrijo pues no me identifico con ese nombre y me gusta que me digan mi nombre como es. El doctor siempre me dijo Isabel, lo corregí una vez, y después por respeto no lo hice. ¿En qué momento los doctores se convierten en dioses a los cuales les dejamos pasar todo? No me atrevía a corregirle mi propio nombre, en qué momento me fui haciendo tan chiquita, y fui perdiendo mi voz, no se, pues en ese instante no lo vi como lo veo ahora, no vi que de forma muy pasiva/agresiva o de forma muy inconsciente el doctor me fue quitando mi voz al endulzarme el oído.
En fin, llegó el día, semana 38, jueves, fuimos a la consulta pues mi esposo se iba de viaje ese día, y queríamos asegurarnos que no había riesgo de iniciar labor de parto para que se pudiera ir. El doctor me hizo un ultrasonido y nos dijo que todo estaba en orden, que faltaba todavía un par de semanas más y que estuviéramos tranquilos pues no había posibilidad de iniciar labor de parto. Eso sí, me dijo que me quedara en cama, que no hiciera esfuerzo, y que estuviera tranquila.
Mi esposo se fue ese día en la noche. El viernes 7 de agosto fui a un almuerzo, supuse “no hay riesgo de ir a estar sentada”, total, el doctor me había dicho que no estaba en riesgo de iniciar trabajo de parto. Durante el almuerzo comencé a tener una descarga de líquido amniótico. Llamé al doctor inmediatamente y lo primero que me dijo fue “por qué salió, le dije que se quedara en su casa”. Una mujer embarazada en la semana 38 no es una mujer enferma que debe estar en cama, más aún si el embarazo ha sido sano y perfecto.
Llegué a la consulta, eran las 5, el doctor ya había cerrado su clínica y solamente me estaba esperando a mí.
Luego de revisarme, efectivamente me dijo que estaba iniciando labor de parto. Me comentó que él tenía planes para irse al puerto, se mostraba molesto pues esos planes se habían estropeado.
No podía creer que iba a empezar mi trabajo de parto y mi esposo no iba a estar aquí.
Hice mi plan de parto, establecí qué era lo que quería y no quería que pasara el día que naciera mi bebé. Le mostré el plan de parto al doctor, ahora que lo pienso, y recuerdo sus expresiones me doy cuenta que su carisma y personalidad me impedían ver la realidad del asunto. Me cegué pues él me hacía sentir que estaba de mi lado, que respetaba mi decisión de tener un parto natural y de tener a mi doula presente. Me sentí siempre segura que se iba a lograr mi objetivo y que mi bebé iba a venir al mundo de la forma más beneficiosa y amorosa para él. Claro, no estoy diciendo que nacer por cesárea es malo, no estoy diciendo que las cesáreas son malas, simplemente estoy diciendo que para mí, no era la mejor opción.
El doctor siempre muy amable, muy respetuoso, carismático, alegre. Sentía, y lo digo nuevamente, que él estaba de mi lado.
A lo largo de mi vida mucha gente me ha dicho Isabel, mi nombre es Isabela. Cuando alguien me dice Isabel inmediatamente los corrijo pues no me identifico con ese nombre y me gusta que me digan mi nombre como es. El doctor siempre me dijo Isabel, lo corregí una vez, y después por respeto no lo hice. ¿En qué momento los doctores se convierten en dioses a los cuales les dejamos pasar todo? No me atrevía a corregirle mi propio nombre, en qué momento me fui haciendo tan chiquita, y fui perdiendo mi voz, no se, pues en ese instante no lo vi como lo veo ahora, no vi que de forma muy pasiva/agresiva o de forma muy inconsciente el doctor me fue quitando mi voz al endulzarme el oído.
En fin, llegó el día, semana 38, jueves, fuimos a la consulta pues mi esposo se iba de viaje ese día, y queríamos asegurarnos que no había riesgo de iniciar labor de parto para que se pudiera ir. El doctor me hizo un ultrasonido y nos dijo que todo estaba en orden, que faltaba todavía un par de semanas más y que estuviéramos tranquilos pues no había posibilidad de iniciar labor de parto. Eso sí, me dijo que me quedara en cama, que no hiciera esfuerzo, y que estuviera tranquila.
Mi esposo se fue ese día en la noche. El viernes 7 de agosto fui a un almuerzo, supuse “no hay riesgo de ir a estar sentada”, total, el doctor me había dicho que no estaba en riesgo de iniciar trabajo de parto. Durante el almuerzo comencé a tener una descarga de líquido amniótico. Llamé al doctor inmediatamente y lo primero que me dijo fue “por qué salió, le dije que se quedara en su casa”. Una mujer embarazada en la semana 38 no es una mujer enferma que debe estar en cama, más aún si el embarazo ha sido sano y perfecto.
Llegué a la consulta, eran las 5, el doctor ya había cerrado su clínica y solamente me estaba esperando a mí.
Luego de revisarme, efectivamente me dijo que estaba iniciando labor de parto. Me comentó que él tenía planes para irse al puerto, se mostraba molesto pues esos planes se habían estropeado.
No podía creer que iba a empezar mi trabajo de parto y mi esposo no iba a estar aquí.
Rápidamente mi esposo tramitó su regreso, iba a regresar el sábado a las 3 de la tarde. Ese era el vuelo más rápido desde donde estaba.
Con una emoción y felicidad me fui a mi casa, llamé a mi doula y esperé. Mi mamá, mi hermana y mi doula estuvieron conmigo, tuve un trabajo de parto muy bonito. Honestamente me sentía triste que mi esposo no estaba, pues él sabía todo lo que teníamos planeado hacer durante el trabajo de parto, él sabía en qué momento íbamos a ir al hospital, él sabía qué decirle a los médicos estando ahí. Él iba a ser mi voz si yo no la encontraba.
Ocho horas después de estar en trabajo de parto en mi casa decidí ir al hospital. Creo que ha sido la peor decisión que he podido tomar, pero sentí en ese momento que era lo correcto, al no tener a mi esposo conmigo decidí que era lo mejor para tener un control.
Al llegar al hospital recibí un trato terrible. Inmediatamente me iniciaron una vía intravenosa, a pesar de que yo no iba a recibir oxitocina ni suero. Pedí que no me la pusieran pero mis deseos fueron ignorados.
Me conectaron a una maquina, necesitaban realizar un monitoreo fetal. Cuando una mujer está en trabajo de parto y esta teniendo contracciones lo mejor es estar en movimiento, durante el monitoreo fetal es imposible moverse. El dolor era intenso y al preguntar cuánto faltaba la respuesta que recibí fue “apenas lleva un minuto, faltan 20. Si se mueve tenemos que empezar”. Cero empatía, cero humanidad. Yo era un trozo y dejé de importar. Luego de ese terrible monitoreo fui a mi habitación a continuar con mi trabajo de parto.
Tenía contracciones regulares aproximadamente cada 15 minutos, dieron las 9 de la mañana y mi tía y prima me llegaron a acompañar. Me sentía feliz, emocionada, a pesar del dolor y de las contracciones tenía mucha ilusión que todo estaba caminando en orden, a las 9:10 aproximadamente rompí fuente naturalmente, esto para mi fue la mejor noticia pues significaba que iba progresando. Lastimosamente no sabía que en ese momento todo iba a cambiar y se iba a convertir en una pesadilla.
Le avisé al doctor que rompí fuente, inmediatamente llegó, con prisa. Quería hacer un tacto para revisar el progreso, me conectaron al monitor fetal, en posición litotomica (acostada boca arriba) curiosamente los doctores en el embarazo recomiendan no acostarse en esa posición pues no hay oxigenación óptima para el bebé, y recomiendan acostarse sobre el lado izquierdo. Aparentemente en el hospital esto es lo contrario.
El doctor carismático, amable que yo conocía no fue el doctor que entró a mi habitación. El doctor que entró fue uno que tenía prisa, se veía que para él yo era un estorbo, un problema. Su amabilidad y respeto no existió hacia mí en ese momento. Me hizo un tacto, la forma en la que se dirigió a la enfermera para indicarle que iba a hacer el tacto fue vulgar, no espero a que me pasara la contracción para realizarlo, sin avisarme, sin decirme inició, nunca me había sentido tan invadida. El tacto fue rapidísimo, y luego me dijo que ya no podía continuar en trabajo de parto. Me indicó que mi bebé estaba teniendo taquicardia. Por supuesto que en ese momento la taquicardia era de esperarse, pues estando acostada boca arriba, con contracciones, durante un tacto, mi corazón acelerado, era de esperase que mi bebé estuviera con poca oxigenación.
Dije que si lo monitoreaban conmigo en otra posición iban a darse cuenta que este no era el caso. Mi opinión por supuesto que no importó, me iban a hacer cesárea y no había nada que yo pudiera decir o hacer. El doctor informó a toda mi familia que estaba fuera de mi habitación cómo iba a proceder sin haber hablado conmigo antes. No existió confidencialidad médico/paciente. Antes de yo saber que él quería hacer cesárea ya les había dicho a mis familiares que de no ser así mi bebé podía morir.
Entró al cuarto conmigo y me dijo “yo nunca he traído al mundo a un niño muerto. No quiero que el tuyo sea el primero”. Efectivamente me realizaron una cesárea, el doctor se fue a las 10 am a su viaje el cual yo había estropeado con mi parto. Regresó el domingo en la noche bronceado y feliz. Mientras que yo fui su paciente “dificil” que por necia atrasé todos sus planes de fin de semana.
Fuera necesario o no, por supuesto que yo iba a hacer lo que me dijeran. Si era sacar a mi bebé por la nariz lo hubiera hecho.
Nuevamente digo, no estoy en contra de las cesáreas, creo que cuando hay situaciones que lo ameritan y de riesgo son la mejor opción.
Personalmente si mi cesárea fue o no necesaria no es el punto. El punto es que se me dio un trato terrible, fui tratada como si no importara, me dijeron que mi bebé se iba a morir. Cómo es posible que se pierde el lado humano y se trata tan mal a una mujer que esta pasando por lo que debe ser la mejor experiencia de su vida, en donde va a conocer al ser más amado y deseado por nueve meses y una vida entera antes. En qué momento los doctores pueden tratarnos así y nosotros dejarnos sin decir nada, sin tener voz, sin exigir respeto. Si contara con más detalle todo probablemente esto no terminaría.
Sí, mi bebé esta 100% sano. Sí, yo estoy sana. Tuve una recuperación terrible, 6 meses después todavía siento dolor. Pero lo que todos dicen es “lo más importante es que tu bebé está bien, y que tú estás bien”. Sí, eso es lo mas importante, pero yo no estoy bien, yo he tenido que callarme la boca y hacer cara bonita. Calladita más bonita. Pero yo no estoy bien, y no he estado bien por 6 meses. Decidí estar feliz con mi bebé y ser la mejor mamá que puedo ser versus deprimirme y sufrir en voz alta. Pero de cierta manera si yo no saco lo que traigo en el corazón no puedo estar 100% bien. Yo he tenido que callar que siento que perdí una parte de mí que desee con todo mi ser, que perdí el poder cargar a mi bebé inmediatamente después de nacido, que perdí esos primeros segundos con él, que mi cuerpo esta mutilado pues no era lo que yo quería, que posiblemente perdí la oportunidad de tener un parto vaginal no por mi propia decisión. Que perdí mi voz.
He tenido un duelo de esa pérdida, ahora siento que estoy mejor y más tranquila para dejarlo ir. Y es por eso que escribo esto. Para cerrar ese capítulo, para decir que no está y no estuvo bien la forma en la que se manejó mi situación. Critico el que haya una deshumanización por parte de los médicos y que se considera que está bien tratar de esa forma a una mujer parturienta. Estoy 100% segura que si el trato que se me dio hubiera sido respetuoso y amable, mi cesárea hubiera sido linda y perfecta como han sido muchas cesáreas de muchas mujeres que yo conozco. Lamentablemente este no fue el caso.
¿Por qué los doctores deciden ser doctores ginecólogos si no están dispuestos a atender partos los fines de semana? ¿Por qué sus planes son más importantes que los míos? Y la pregunta que más me ha costado es: ¿por qué no me dijo que no quería atender un parto natural (natural significa sin oxitocina, sin epidural, con tiempo, pues puede durar hasta 48 horas)? ¿Por qué no me dijo que efectivamente él podía atender un parto vaginal pero a su manera? Yo hubiera respetado y hubiera encontrado a alguien más.
En fin, esta es mi historia, que al escribirla revive muchos sentimientos, pero me siento liberada. No la escribí para generar crítica ni controversia. Si no están de acuerdo con lo que yo pienso están en su derecho, pero éste es el mío y tengo derecho de expresarme y de sentir lo que he sentido, que gracias a Dios y a la gente que me ha apoyado, la gente que me ha dado su comprensión y ha tenido empatía conmigo, ahora soy mas fuerte y acepto esto como parte de mi historia y se que me pasó pues me tenía que pasar y esto me hace ser mejor y más fuerte.
Con una emoción y felicidad me fui a mi casa, llamé a mi doula y esperé. Mi mamá, mi hermana y mi doula estuvieron conmigo, tuve un trabajo de parto muy bonito. Honestamente me sentía triste que mi esposo no estaba, pues él sabía todo lo que teníamos planeado hacer durante el trabajo de parto, él sabía en qué momento íbamos a ir al hospital, él sabía qué decirle a los médicos estando ahí. Él iba a ser mi voz si yo no la encontraba.
Ocho horas después de estar en trabajo de parto en mi casa decidí ir al hospital. Creo que ha sido la peor decisión que he podido tomar, pero sentí en ese momento que era lo correcto, al no tener a mi esposo conmigo decidí que era lo mejor para tener un control.
Al llegar al hospital recibí un trato terrible. Inmediatamente me iniciaron una vía intravenosa, a pesar de que yo no iba a recibir oxitocina ni suero. Pedí que no me la pusieran pero mis deseos fueron ignorados.
Me conectaron a una maquina, necesitaban realizar un monitoreo fetal. Cuando una mujer está en trabajo de parto y esta teniendo contracciones lo mejor es estar en movimiento, durante el monitoreo fetal es imposible moverse. El dolor era intenso y al preguntar cuánto faltaba la respuesta que recibí fue “apenas lleva un minuto, faltan 20. Si se mueve tenemos que empezar”. Cero empatía, cero humanidad. Yo era un trozo y dejé de importar. Luego de ese terrible monitoreo fui a mi habitación a continuar con mi trabajo de parto.
Tenía contracciones regulares aproximadamente cada 15 minutos, dieron las 9 de la mañana y mi tía y prima me llegaron a acompañar. Me sentía feliz, emocionada, a pesar del dolor y de las contracciones tenía mucha ilusión que todo estaba caminando en orden, a las 9:10 aproximadamente rompí fuente naturalmente, esto para mi fue la mejor noticia pues significaba que iba progresando. Lastimosamente no sabía que en ese momento todo iba a cambiar y se iba a convertir en una pesadilla.
Le avisé al doctor que rompí fuente, inmediatamente llegó, con prisa. Quería hacer un tacto para revisar el progreso, me conectaron al monitor fetal, en posición litotomica (acostada boca arriba) curiosamente los doctores en el embarazo recomiendan no acostarse en esa posición pues no hay oxigenación óptima para el bebé, y recomiendan acostarse sobre el lado izquierdo. Aparentemente en el hospital esto es lo contrario.
El doctor carismático, amable que yo conocía no fue el doctor que entró a mi habitación. El doctor que entró fue uno que tenía prisa, se veía que para él yo era un estorbo, un problema. Su amabilidad y respeto no existió hacia mí en ese momento. Me hizo un tacto, la forma en la que se dirigió a la enfermera para indicarle que iba a hacer el tacto fue vulgar, no espero a que me pasara la contracción para realizarlo, sin avisarme, sin decirme inició, nunca me había sentido tan invadida. El tacto fue rapidísimo, y luego me dijo que ya no podía continuar en trabajo de parto. Me indicó que mi bebé estaba teniendo taquicardia. Por supuesto que en ese momento la taquicardia era de esperarse, pues estando acostada boca arriba, con contracciones, durante un tacto, mi corazón acelerado, era de esperase que mi bebé estuviera con poca oxigenación.
Dije que si lo monitoreaban conmigo en otra posición iban a darse cuenta que este no era el caso. Mi opinión por supuesto que no importó, me iban a hacer cesárea y no había nada que yo pudiera decir o hacer. El doctor informó a toda mi familia que estaba fuera de mi habitación cómo iba a proceder sin haber hablado conmigo antes. No existió confidencialidad médico/paciente. Antes de yo saber que él quería hacer cesárea ya les había dicho a mis familiares que de no ser así mi bebé podía morir.
Entró al cuarto conmigo y me dijo “yo nunca he traído al mundo a un niño muerto. No quiero que el tuyo sea el primero”. Efectivamente me realizaron una cesárea, el doctor se fue a las 10 am a su viaje el cual yo había estropeado con mi parto. Regresó el domingo en la noche bronceado y feliz. Mientras que yo fui su paciente “dificil” que por necia atrasé todos sus planes de fin de semana.
Fuera necesario o no, por supuesto que yo iba a hacer lo que me dijeran. Si era sacar a mi bebé por la nariz lo hubiera hecho.
Nuevamente digo, no estoy en contra de las cesáreas, creo que cuando hay situaciones que lo ameritan y de riesgo son la mejor opción.
Personalmente si mi cesárea fue o no necesaria no es el punto. El punto es que se me dio un trato terrible, fui tratada como si no importara, me dijeron que mi bebé se iba a morir. Cómo es posible que se pierde el lado humano y se trata tan mal a una mujer que esta pasando por lo que debe ser la mejor experiencia de su vida, en donde va a conocer al ser más amado y deseado por nueve meses y una vida entera antes. En qué momento los doctores pueden tratarnos así y nosotros dejarnos sin decir nada, sin tener voz, sin exigir respeto. Si contara con más detalle todo probablemente esto no terminaría.
Sí, mi bebé esta 100% sano. Sí, yo estoy sana. Tuve una recuperación terrible, 6 meses después todavía siento dolor. Pero lo que todos dicen es “lo más importante es que tu bebé está bien, y que tú estás bien”. Sí, eso es lo mas importante, pero yo no estoy bien, yo he tenido que callarme la boca y hacer cara bonita. Calladita más bonita. Pero yo no estoy bien, y no he estado bien por 6 meses. Decidí estar feliz con mi bebé y ser la mejor mamá que puedo ser versus deprimirme y sufrir en voz alta. Pero de cierta manera si yo no saco lo que traigo en el corazón no puedo estar 100% bien. Yo he tenido que callar que siento que perdí una parte de mí que desee con todo mi ser, que perdí el poder cargar a mi bebé inmediatamente después de nacido, que perdí esos primeros segundos con él, que mi cuerpo esta mutilado pues no era lo que yo quería, que posiblemente perdí la oportunidad de tener un parto vaginal no por mi propia decisión. Que perdí mi voz.
He tenido un duelo de esa pérdida, ahora siento que estoy mejor y más tranquila para dejarlo ir. Y es por eso que escribo esto. Para cerrar ese capítulo, para decir que no está y no estuvo bien la forma en la que se manejó mi situación. Critico el que haya una deshumanización por parte de los médicos y que se considera que está bien tratar de esa forma a una mujer parturienta. Estoy 100% segura que si el trato que se me dio hubiera sido respetuoso y amable, mi cesárea hubiera sido linda y perfecta como han sido muchas cesáreas de muchas mujeres que yo conozco. Lamentablemente este no fue el caso.
¿Por qué los doctores deciden ser doctores ginecólogos si no están dispuestos a atender partos los fines de semana? ¿Por qué sus planes son más importantes que los míos? Y la pregunta que más me ha costado es: ¿por qué no me dijo que no quería atender un parto natural (natural significa sin oxitocina, sin epidural, con tiempo, pues puede durar hasta 48 horas)? ¿Por qué no me dijo que efectivamente él podía atender un parto vaginal pero a su manera? Yo hubiera respetado y hubiera encontrado a alguien más.
En fin, esta es mi historia, que al escribirla revive muchos sentimientos, pero me siento liberada. No la escribí para generar crítica ni controversia. Si no están de acuerdo con lo que yo pienso están en su derecho, pero éste es el mío y tengo derecho de expresarme y de sentir lo que he sentido, que gracias a Dios y a la gente que me ha apoyado, la gente que me ha dado su comprensión y ha tenido empatía conmigo, ahora soy mas fuerte y acepto esto como parte de mi historia y se que me pasó pues me tenía que pasar y esto me hace ser mejor y más fuerte.